En un pasaje de su Epístola
a los romanos, San Pablo argumenta: « ¿Dónde está el motivo de gloriarte? Queda
excluido ¿Por qué ley? ¿Por la de las
obras? No, sino por la Ley de la fe. Así concluimos que el hombre es
justificado por la fe, sin las obras de la ley.