Nuestra plenitud y realización está en aprender que somos administradores de nuestra vida y la de otros, no dueños; él único propietario es Dios quien no da el regalo de pertenecer a su viña.
Nuestra plenitud y realización está en aprender que somos administradores de nuestra vida y la de otros, no dueños; él único propietario es Dios quien no da el regalo de pertenecer a su viña.