Ontología
de Tomás de Aquino.
1.
La potencia y el acto dividen el ser de tal suerte, que todo cuanto es,
o bien es un acto puro, o bien es un acto necesariamente compuesto de potencia
y acto, como principios primeros e intrínsecos.
2.
El acto por lo mismo que es perfección, no está limitado sino por la
potencia, que es una capacidad de perfección. Por consiguiente, en el orden en
que el acto es puro, no puede ser sino limitado y único; pero en el orden que
es finito y múltiple, entra en verdadera composición con la potencia.
3.
Por lo tanto, en la razón absoluta del ser mismo sólo subsiste un ser
único y simplísimo, que es Dios; todas las demás cosas que participan él ser
tienen una naturaleza por la cual se limita dicho ser, y están compuestas de
esencia y existencia como de principios realmente distintos.
4.
La noción de ente, denominada de ser, se predica de Dios y de las
criaturas, no de una manera univoca ni tampoco puramente equívoca, sino
analógica, con analogía ya de atribución, ya de proporcionalidad.
5.
Hay, además, en toda criatura composición real de un sujeto subsistente
con otras formas secundariamente añadidas que se llaman accidentes; dicha
composición sería inintelible si el ser no fuera recibido en una esencia
realmente distinta de él mismo.
6.
Además de los accidentes absolutos, se da un accidente relativo, como
una referencia o respeto a algo. Porque si bien ese respeto a algo no implica
del suyo una realidad inherente a otra,
tiene, sin embargo, con frecuencia, una
causa o fundamento en las cosas mismas y, por lo tanto, una entidad distinta
del sujeto.
7.
La criatura espiritual es totalmente simple en su esencia. Pero queda en
ella una doble composición: la de la esencia con la existencia y la de la
sustancia con los accidentes.