La felicidad objetiva
cosiste en la posesión del Bien perfecto, y porqué el Bien creado e infinito
(Dios) es el único que proporciona la felicidad objetiva. La felicidad
subjetiva plena únicamente se alcanza en la visión beatifica. Para alcanzar
ambas, Dios nos ha transmitido sus mandamientos por medio de Nuestro Señor Jesucristo,
con el auxilio de la Gracia, los dones y virtudes del Espíritu Santo, los
sacramentos y las verdades de fe.