Eres, entre los tuyos -alma de apóstol-, la piedra caída en el lago.
-Produce, con tu ejemplo y tu palabra un primer círculo… y éste, otro… y otro,
y otro… Cada vez más ancho. ¿Comprendes ahora la grandeza de tu misión?
¿Brillar como una estrella…, ansia de altura y de lumbre encendida en el
cielo? Mejor: quemar, como una antorcha, escondido, pegando tu fuego a todo lo
que tocas. -Este es tu apostolado: para eso estás en la tierra.
Servir de altavoz al enemigo es una idiotez soberana; y, si el enemigo
es enemigo de Dios, es un gran pecado. -Por eso, en el terreno profesional,
nunca alabaré la ciencia de quien se sirve de ella como cátedra para atacar a
la Iglesia.
¡Galopar, galopar!… ¡Hacer, hacer!… Fiebre, locura de moverse…
Maravillosos edificios materiales… Espiritualmente: tablas de cajón,
percalinas, cartones repintados… ¡galopar!, ¡hacer! -Y mucha gente corriendo:
ir y venir. Es que trabajan con vistas al momento de ahora: “están” siempre “en
presente”. -Tú… has de ver las cosas con ojos de eternidad, “teniendo en
presente” el final y el pasado… Quietud. -Paz. -Vida intensa dentro de ti.