PSICOLOGÍA DEL DEBATE Y NARCISISMO DIGITAL

 

PSICOLOGÍA DEL DEBATE Y NARCISISMO DIGITAL
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Por Lic. Yuri Chávarry Tello
Psicólogo clínico y católico comprometido con el diálogo fe-razón

INTRODUCCIÓN

En la era de las redes sociales y las transmisiones en vivo, el debate se ha transformado. Lo que en otros tiempos era un ejercicio de búsqueda de la verdad, se ha convertido con frecuencia en un espectáculo. Los debates religiosos, filosóficos o ideológicos, lejos de promover el diálogo, muchas veces se reducen a duelos de vanidad, sarcasmo y confrontación emocional. Este fenómeno no es solo una cuestión ética o pastoral, sino que también tiene raíces profundas en los mecanismos psicológicos del narcisismo digital.

NARCISISMO Y REDES: EL ESCENARIO DEL YO AMPLIFICADO

El auge de las plataformas digitales ha permitido una exposición sin precedentes del individuo. Desde la psicología, se reconoce que el “yo ideal” que se proyecta en redes sociales activa mecanismos de gratificación inmediata, a través de “me gusta”, comentarios y visualizaciones. Esto refuerza el narcisismo, entendido no como un trastorno clínico per se, sino como una hipervaloración de la propia imagen y opiniones (Twenge & Campbell, 2009).

El problema surge cuando esta necesidad de validación externa contamina espacios que deberían estar orientados al bien común, como el debate filosófico, el pensamiento teológico o la formación religiosa. Cuando el debate deja de buscar la verdad y comienza a girar en torno al ego de los participantes, la verdad se subordina al espectáculo.

EL DEBATE COMO PERFORMANCE: ¿DIALOGAR O GANAR?

Un signo claro de esta distorsión es el cambio de propósito en el discurso, donde ya no se debate para iluminar ideas, sino para “ganar”. Las transmisiones se organizan como combates, con títulos provocadores, conteos regresivos y espectadores que esperan ver una humillación pública. Esta estructura responde más a la lógica del entretenimiento que a la del diálogo racional.

Desde la ética cristiana, esta actitud es preocupante. San Pablo advierte:

“Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe” (1 Co 13,1).

Y san Agustín nos recuerda que:

“Hay algunos que, por espíritu de contradicción, disputan más para vencer que para instruir. Estos, aun cuando digan cosas verdaderas, las dicen más para mostrar su superioridad que para edificar” (De doctrina christiana, IV, 14).

En este sentido, la caridad intelectual no es una opción secundaria, sino el alma misma del diálogo cristiano.

IMPLICANCIAS PSICOLÓGICAS: EGO HERIDO, TRIBALISMO Y AGRESIVIDAD

Los debates virtuales, al ser públicos, activan también mecanismos de defensa narcisistas. Cuando el oponente desafía nuestras ideas, no solo sentimos que se atacan nuestras posturas, sino también nuestra identidad. Esto puede derivar en una actitud defensiva, irónica, incluso agresiva. Más aún cuando el auditorio es amplio y potencialmente burlón.

La presión del público digital también fomenta el tribalismo, ya que se construyen “bandos” de seguidores que aplauden al suyo y atacan al contrario, impidiendo la apertura a la verdad. El debate deja de ser un ejercicio racional y se convierte en un campo de batalla emocional.

APOLOGETICA SIN ESPECTACULO: UNA PROPUESTA DESDE LA FE Y LA RAZÓN

En el ámbito religioso, particularmente en la apologética cristiana, esta dinámica es aún más delicada. La defensa de la fe debe hacerse “con mansedumbre y respeto, con buena conciencia” (1 Pe 3,15-16). No se trata solo de tener razón, sino de ser testigos de la verdad con amor. Como enseña el papa san Pablo VI: “El hombre moderno escucha más a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros es porque son también testigos” (Evangelii Nuntiandi, 41).

Convertir la apologética en un espacio de burla o confrontación pública desmedida contradice la lógica del Evangelio. A veces, como advierte el libro de Proverbios, la mejor respuesta es el silencio prudente:

“No respondas al necio según su necedad, para que no seas tú también como él” (Pr 26,4).

Es por todo ello que a mi juicio, la psicología del debate digital revela que detrás del aparente diálogo puede esconderse una lucha de egos, debido a que las redes sociales, con su dinámica de inmediatez y visibilidad, tienden a incentivar el narcisismo y la polarización, incluso entre personas de fe. Por eso, se hace urgente recuperar una cultura del diálogo que combine firmeza en los principios con humildad, amor a la verdad y espíritu de servicio.

El debate puede ser una herramienta útil. Pero solo si está al servicio de la verdad y la comunión. La fe no necessità gladiadores digitales. Necesita testigos que piensen con rigor y amen con el corazón de Cristo.

REFERENCIAS:

1.       Agustín de Hipona. (2005). De doctrina cristiana (IV, 14). Biblioteca de Autores Cristianos.

2.       Concilio Vaticano II. (1965). Gaudium et spes: Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual. Vaticano.

3.       Pablo VI. (1975). Evangelii nuntiandi. Vaticano.

4.       Ratzinger, J. (1986). Informe sobre la fe. Ediciones Palabra.

5.       Twenge, J. M., & Campbell, W. K. (2009). The narcissism epidemic: Living in the age of entitlement. Free Press.

Por Lic. Yuri Chávarry Tello
Psicólogo clínico y católico comprometido con el diálogo fe-razón
 

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Diego García

Soy el administrador del Pensamiento Serio. Soy un lector de filosofía, libros que hablan de pensamiento humano, mi corriente filosófica es: neo-realismo analógico. Escritor de blog, artículos, creador del proyecto «pensamiento serio»

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