José Luís Nunes Martins
Si se le abriese la puerta, no es necesario mucho tiempo para que el orgullo tenga en cuenta cualquier relación. Devorándola sin que nadie se de cuenta. Llegando a un punto en que las guerras y las indiferencias se van sucediendo una tras otra. No hay paz, solo ruinas e inquietud.
El orgulloso es incapaz de salir de sí mismo y colocarse en lugar del otro, comprendiéndolo, al mismo tiempo que alimenta la falsa certeza de que él mismo tiene razón y se está convirtiendo en víctima del otro.
El orgullo es uno de los resultados de la ignorancia arrogante. Devora todo a su alrededor, incluso los méritos verdaderos. Cuando se es soberbio, no se respeta a nadie, ni tampoco a quien le hace bien.
El orgulloso es un egoísta lleno de vanidad, que solo es capaz de valorarse a sí mismo.
El orgullo no es capaz de pedir. Para quien se cree el centro del mundo, la humildad es una deshonra.
El orgullo nos eleva hasta lo alto de una montaña, para desde allí precipitarnos al abismo de la infelicidad más profunda.
En una relación cualquiera, el orgullo impide ceder y perdonar, dos momentos fundamentales al amor cada día.
https://agencia.ecclesia.pt/…/o-orgulho-destroi-as-relacoes/
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octóvilo Mateos Matilla