Parte 1 de 2: Cómo afrontar una epidemia desde la fe
* En una crisis hay bendición y hay verdad: quiénes somos y en qué creemos realmente se muestra sobre todo cuando hay dificultades.
* Hoy muchos nos están dando indicaciones sobre cómo cuidar nuestra salud física y corporal. Son recomendaciones importantes y útiles pero, si nos damos cuenta, solo se refieren a un aspecto de nuestra vida: lo propio del cuerpo. La verdad es que hay otros combates que deben ser tenidos cuenta: este tiempo implica un combate emocional, mental y también espiritual.
LA DIMENSIÓN EMOCIONAL
* Es importante darse cuenta y asumir nuestra realidad: no somos de piedra ni de hierro. Por ello lo primero es COMPRENDER. Tomar una actitud de comprensión hacia nosotros mismos y entender que es normal que tengamos niveles de preocupación y cierto nerviosismo.
* En segundo lugar, y sobre la base de la información más fiable que tengamos, hay que DIMENSIONAR lo que está sucediendo para no caer ni en la irresponsabilidad ni en el pánico.
* Tercero, hemos de FILTRAR la información que recibimos. No darle poder a todo lo que escuchamos ni mucho menos transmitirlo porque sí, porque nos ha llegado.
* Cuarto, en la medida de lo posible, hemos de NORMALIZAR nuestras actividades, es decir: hay que dar el tiempo necesario a las precauciones y cuidados pero no hay que centrar todo el pensamiento y todos nuestros recursos simplemente dando vueltas en nuestra cabeza a los problemas. Hay un punto en que pensar más en el tema solo trae angustia y no ayuda en nada. Por eso hay que hacer la vida tan normal como sea posible sin perder de vista los cuidados.
* Y por último, no debemos olvidar, sobre todo en el trato con los más pequeños, que debemos dar también espacio a la alegría y no perder la capacidad de SONREÍR.