Por vivencia personal conozco perfectamente lo que significa ser
protestante evangélico y que es ser católico. Pues bien, no se puede ser las
dos cosas a la vez. Ni se puede ser una
cosa sin dejar de ser la otra. Es decir, a menos que una de las partes, o
ambas, renuncie a su esencia y asuma la de la otra, cabe decir aquello de que “lo
que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”.