El cristianismo, la religión
no está separada de la sociedad, sino un componente suyo connatural, que constantemente
evoca la dimensión vertical, la escucha de Dios como condición para la búsqueda
del bien común, de la justicia y de la reconciliación de la verdad. La religión
pone al hombre en relación con Dios, creador y Padre de todos, y, por tanto,
debe ser un factor de paz. Las religiones deben purificarse siempre según esta
verdadera esencia suya para corresponder a su genuina misión.