El fútbol,
gracias a Dios, nunca quedará reducido
a lo que decidan dos señores en unas pizarras. Es evidente que no se puede
desdeñar el trabajo
táctico, que la forma en la que un equipo
se planta sobre el terreno de juego define en buena medida su forma de entender
este deporte,
pero siempre nos quedará ese elemento imprevisible que representa el talento
individual.
Corría el minuto 28 de partido y el dominio territorial de la selección 'cafetera' estaba resultando estéril, pues no se había traducido en una sola ocasión reseñable. Visto así, el encuentro respondía a lo predispuesto por Tabárez, que no había puesto el más mínimo reparo a este guión esperando que los suyos dieran algún zarpazo a la contra o en algún despiste en la salida de la pelota de los cafeteros.
Hasta aquí, todo
normal, el leitmotiv de miles de partidos
alrededor del planeta fútbol
que acaban en el baúl de los recuerdos en cuanto el colegiado señala el final
de los 90
minutos. Corría el minuto 28 de partido y el dominio territorial de la selección 'cafetera' estaba resultando estéril, pues no se había traducido en una sola ocasión reseñable. Visto así, el encuentro respondía a lo predispuesto por Tabárez, que no había puesto el más mínimo reparo a este guión esperando que los suyos dieran algún zarpazo a la contra o en algún despiste en la salida de la pelota de los cafeteros.