Que una religiosa católica diga
cosas en tv sin ningún tipo de medida disciplinaria de parte de sus superiores
es un síntoma de una grave enfermedad en la Iglesia. Pero màs grave aún es que
un arzobispo (monseñor Santiago Agrelo) salga en su defensa en las redes
sociales diciendo que piensa que la virginidad de María es cosa suya y de Dios,
y que ocuparse de esto es perder tiempo en vez de ocuparse por ejemplo de
salvar a un niño de seis años que murió trágicamente al cruzar el Estrecho de
Gibraltar.