El juego al que se supone
que jugamos todas las especies, el juego de Darwin, consiste en sobrevivir todo
que se pueda y, sobre todo, transmitir los genés. La especie que se extingue,
ha perdido; la que prospera y se multiplica, ha ganado. Si coges un grupo de
individuos de una especie y los sueltas en un lugar donde tienen en abundancia
todo lo que necesitan y eliminas enfermedades y depredadores, al cabo esa
especie se habrá multiplicado al máximo.