Debemos
empeñarnos en una santa reforma de la Iglesia, en que la santidad sea el valor
primordial y la sana doctrina su agente de perfeccionamiento. Eclesial
Semper reformada. Porque es urgente y necesario, y con la gracia de Dios
posible, detener todo itinerario equivocado, todo paso arbitrario e innecesario
que acerque al abismo; todo movimiento descontrolado, querencioso de novedades.
Debemos reencontrar la perla que ya poseemos, y es fuente de belleza, paz y
quietud en el Señor, porque la recibimos. La Santa doctrina de Cristo.