El avance tecnológico que constituye
la FIV les ha convencido que es preferible “transformar” la realidad que
conocerla, que único límite es la “propia capacidad” cuyo único límite lo constituye
el “querer”; de tal forma que “si deseo el hijo que me niega el hecho de la
infertilidad, elijo transformar la realidad mediante la FIV para obtenerlo y, debido
a que es mi deseo y al técnica es capaz de satisfacerlo, tengo derecho a exigir
al Estado me permita obtener un hijo a hechura de mi ideal”.