“Deus meus es tu, et confitebor tibi: Deus meus es tu, et
exaltabo te”. -Tú eres mi Dios, y te confesaré: Tú eres mi Dios, y te exaltaré.
-Hermoso programa…, para un apóstol de tu talla.
Que
ningún afecto te ate a la tierra, fuera del deseo divinísimo de dar gloria a
Cristo y, por El y con El y en El, al Padre y al Espíritu Santo.
Rectifica,
rectifica. -¡Tendría tan poca gracia que ese vencimiento fuera estéril porque
te has movido por miras humanas!
Pureza
de intención. -Las sugestiones de la soberbia y los ímpetus de la carne los
conoces pronto… y peleas y, con la gracia, vences. Pero los motivos que te
llevan a obrar, aun en las acciones más santas, no te parecen claros… y sientes
una voz allá dentro que te hace ver razones humanas…, con tal sutileza, que se
infiltra en tu alma la intranquilidad de pensar que no trabajas como debes
hacerlo -por puro Amor, sola y exclusivamente por dar a Dios toda su gloria.
Reacciona en seguida cada vez y di: “Señor, para mí nada quiero. -Todo para tu
gloria y por Amor”.
Pensamientos de José Maria.