San Juan distingue tres especies de codicia concupiscencia: carne, ojo, vida. El noveno mandamiento las prohíbe. Y el decimo prohíbe la codicia del bien ajeno.
La concupiscencia, designa toda forma de deseo humano, procede de la desobediencia del primer pecado. ( Gen 3, 11). Desordena las facultades morales del hombre sin ser una falta en sí misma, le inclina a cometer pecados.
1 La purificación del corazón.
Es imposible sin la oración, sin la práctica de la castidad y rectitud sexual. Ya que dentro del corazón salen las intensiones malas, las intensiones malas, asesinatos y adulterios, fornicaciones. (Mt 15,19). La más importante, la obediencia de Dios.
2. El combate por la pureza.
El bautizado debe luchar contra la concupiscencia de la carne y los apetitos desordenados que solo con la gracia de Dios lo consigue:
1. Mediante la virtud y el don de la castidad, pues la castidad perímete hablar con un corazón recto.
2. Pureza de intención, que consiste en buscar el fin verdadero del hombre, la voluntad de Dios. (Rm 12, 2)
3. . Pureza de la mirada interior y exterior, ya que esta despierta la pasión de los insensatos. (Sb 15,5).
4. Oración, dejando en la dependencia de Dios
5. El pudor, ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas, protege su amor, nace con el despertar de la conciencia personal.
La pureza del corazón requiere del pudor, que es paciencia, modestia, y discreción. El pudor preserva la identidad de las personas.
Tu amigo de siempre DIEGO GARCIA.