Miguel Torga, in "Diário (1942)"
Es imposible que el
tiempo actual no sea el amanecer de otra era, donde los hombres signifiquen
sólo un instinto a las órdenes de la primera solicitud.
Todo cuanto era
coherencia, dignidad, honorabilidad, respeto humano, se fue. Los dos o tres
casos personales que conozco del siglo pasado, me llevan a concluir que era una
gente naturalmente llena de limitaciones, más digna, recta, capaz de repetir al
final de su vida la palabra con que se había comprometido al principio de ella.
Además de eso, heroica en sus dolores, sufriéndolos al mismo tiempo con la
tristeza del animal y la grandeza de la persona.
Ahora es esta ferocidad
que se ve, este coraje que no da para dejarse abrir un panadizo o parir un hijo
sin anestesia, esta “tartufada”, que la gente llega a preguntarse que
diferencia habrá entre una humanidad que es de aquí, de allí, de acullá,
conforme al viento, y una colonia de bichos que sienten la humedad o el olor
del alimento por cierto lado, y no tiene ninguna otra duda ni ninguna barrera.